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viernes, 11 de noviembre de 2011

GIGANTE ROJA



Estoy aquí en la noche,
y presencio tu muerte,
mis ojos conmovidos
al contemplar tus últimos temblores,
o el mensaje de luz que los transmite
desde un momento extinto,
desde un sitio anterior a las palabras.

Tú, mi gigante roja,
a punto de estallar hacia tu centro,
densa, agitada, al borde del colapso
sobre tu mismo núcleo.
Astro, viejo animal,
inmenso y del color del duelo anticipado.

En tu interior magma disuelto,
con púrpura de hierro y pulpa de silicio.
Y tu piel recubierta
de rayos que deshacen tu vacío
en ardientes mechones de tormenta.

Con sudario de llama has esperado
el tajo que tu propio peso
te lanzó al corazón.

Se terminó tu lucha, tu camino,
pero tú no lo sabes.
No sabes que tus órbitas se hunden,
se curvan por su cóncavo regazo,
sus nervios calcinados se derriten
como varillas tiernas
por el fuego que arrastras.
Vibran con un espasmo bronco,
que apaga y asesina tu limpia luminaria,
la radiación más clara de tu historia,
tu crepúsculo cárdeno
sobre el serio escenario de la materia oscura.
Pero tú no lo sabes.
No sabes que los dioses que reinaban entonces
se dieron muerte al tiempo de tu mismo estallido.
Viejo animal, cadáver roto
en miles de trillones de fragmentos de plasma.
Se esparcen como el semen de abisales especies
los restos de tu vientre, gónadas de coloso.

Procrearán esferas, divinidades hijas,
elipses de amplitud y fuegos circulares,
para llenar instantes aun no contemplados.
Te quedarás pequeña y pálida,
como osamenta quieta, reliquia de reflejos,
estela de tu gloria para futuros ojos.
Pero tú no lo sabes,
y yo, yo soy muy breve.





 Alejandro Torres   (Altorcán)

1 comentario:

  1. ¡Ai Alejandro! qué buena elección la tuya de esta estrella, roja e ingrávida con la que nos deleitaste, vuelve a ser un placer.
    Un abrazo.

    daniela

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