El negro de tus ojos en los míos
Dulzura en el fulgor de tu mirada
La lengua aproximándose a mi piel
Me habla del cariño que te inspiro.
Los dedos de mi mano se me enredan,
En esas rastas rubias de tu pelo,
Al ofrecer tu cuerpo sin pudor.
Y retorno al pasado sorprendida,
Pues no me reconozco en tus caricias.
El miedo atenazaba el movimiento,
Que tú has derribado sin fisuras,
Y cerrando los ojos me recreo,
En ese vaho caliente de tu boca.
¡Que no eres más que un can, dicen algunos!
ADORACIÓN ROSADO MERCHAN
Ole, ole y ole, y al que no diga ole que se le seque la hierbabuena
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