El gato de ojos claros
mira a la luna
que está en el charco.
Saca las uñas
una por una.
Mueve el bigote,
agua del monte.
La luna entonces
se queda quieta.
El gato cee
que es ya su presa.
La luna ríe
desde lo alto
y dice al aire:
-"Qué tonto el gato"
Luz del Olmo
( Del libro "Pequeña música para la luna")
V Encuentro de Tertulias Aranda de Duero 2011
Bienvenidos al blog de nuestro "V ENCUENTRO DE TERTULIAS". El otoño y la poesía nos reunieron en Aranda de Duero y juntos seguiremos compartiendo la experiencia y la palabra en esta tertulia virtual y universal que espera vuestros versos y comentarios.
sábado, 19 de noviembre de 2011
miércoles, 16 de noviembre de 2011
BRUJA
El negro de tus ojos en los míos
Dulzura en el fulgor de tu mirada
La lengua aproximándose a mi piel
Me habla del cariño que te inspiro.
Los dedos de mi mano se me enredan,
En esas rastas rubias de tu pelo,
Al ofrecer tu cuerpo sin pudor.
Y retorno al pasado sorprendida,
Pues no me reconozco en tus caricias.
El miedo atenazaba el movimiento,
Que tú has derribado sin fisuras,
Y cerrando los ojos me recreo,
En ese vaho caliente de tu boca.
¡Que no eres más que un can, dicen algunos!
ADORACIÓN ROSADO MERCHAN
OLEADAS DE DESEO
Richard Wagner:
El Preludio del Tristán e Isolda
Es el caos primordial,
Que rompe la tragedia acompasada
Lejanas aun, las trompas
En la noche de todos los futuros
Fluido, el filtro del amor
Dispara la dulzura
En un lamento sin contornos
Cargado de deseo
Es la magia en la mirada
La que estalla y resucita
Derribando la espada lentamente
Y el filtro maldito camina paso a paso
Hasta la vida
Y en batalla inevitable
El rotundo destino,
Desgarra y resplandece
En sutiles oleadas de deseo
Frente a la angustia
JOSE MARIA GARRIDO DE LA CRUZ
viernes, 11 de noviembre de 2011
GIGANTE ROJA
Estoy aquí en la noche,
y presencio tu muerte,
mis ojos conmovidos
al contemplar tus últimos temblores,
o el mensaje de luz que los transmite
desde un momento extinto,
desde un sitio anterior a las palabras.
Tú, mi gigante roja,
a punto de estallar hacia tu centro,
densa, agitada, al borde del colapso
sobre tu mismo núcleo.
Astro, viejo animal,
inmenso y del color del duelo anticipado.
En tu interior magma disuelto,
con púrpura de hierro y pulpa de silicio.
Y tu piel recubierta
de rayos que deshacen tu vacío
en ardientes mechones de tormenta.
Con sudario de llama has esperado
el tajo que tu propio peso
te lanzó al corazón.
Se terminó tu lucha, tu camino,
pero tú no lo sabes.
No sabes que tus órbitas se hunden,
se curvan por su cóncavo regazo,
sus nervios calcinados se derriten
como varillas tiernas
por el fuego que arrastras.
Vibran con un espasmo bronco,
que apaga y asesina tu limpia luminaria,
la radiación más clara de tu historia,
tu crepúsculo cárdeno
sobre el serio escenario de la materia oscura.
Pero tú no lo sabes.
No sabes que los dioses que reinaban entonces
se dieron muerte al tiempo de tu mismo estallido.
Viejo animal, cadáver roto
en miles de trillones de fragmentos de plasma.
Se esparcen como el semen de abisales especies
los restos de tu vientre, gónadas de coloso.
Procrearán esferas, divinidades hijas,
elipses de amplitud y fuegos circulares,
para llenar instantes aun no contemplados.
Te quedarás pequeña y pálida,
como osamenta quieta, reliquia de reflejos,
estela de tu gloria para futuros ojos.
Pero tú no lo sabes,
y yo, yo soy muy breve.
Alejandro Torres (Altorcán)
martes, 8 de noviembre de 2011
AGUJA, HILO Y ESPARTO (Antonio Molina Medina)
Tu cuerpo lo encontré recubierto de rocío,
saciado con los sabores de incienso, mieses y vino,
en la vereda el Cubillas, se te acerca Federico
tocado va con sobrero, sonrisa en ristre de silfo
verdes hojas azuladas, brillan en su pelo liso.
Se sentó junto a tu vera, te cobijó con su abrazo,
el sol brilla al mediodía en el firmamento alto.
Rodea toda su sombra un verde como aguachado
y tú, eres verde oliva, verde musgo. Verde. Glauco.
La luna al despedirse entre aceitunas y jaras,
lloraba bien orgullosa de haber besado su cara.
De su costado, algo verde, de su boca, algo grana
una grieta que tus manos palpaban para cerrarla.
Se han agarrado las manos que en cabriolas
jugueteaban, Federico no te suelta, te tiene bien aferrada
se coge a todas tus cintas de muchacha ensoñada
él que se creía muerto, pero muerto y todo, habla.
Se les transfigura el rostro, que surcan lágrimas calmas,
su traje de limón claro se le requiere la tierra, esa gran
madre magnánima para que regrese al lecho ese de hondura
insondada, de memoria desdentada, que sin dientes, aún ¡desgarra!
del poemario GOBADA
lunes, 7 de noviembre de 2011
Olga Araúzo
El codo en la palma
al subir las escaleras;
al subir las escaleras;
el tenue silbido
que acaricia la nuca.
Tintinean los dedos
en la cintura y
en el escote:
Vísperas
CAUCE (Juan Manuel Lázaro)
Viejo catamarán que charla con los juncos,
casado por el terciopelo con la orilla,
bamboleo de lágrimas
por no llegar a la cascada de su pupila.
Sólo letras deformes, que evocan su nombre
a cuchillo oxidado, no graba, ni araña,
por un calendario sin días
se han perdido entre las tablas.
La corriente violada por el viento aprieta,
la madera permanece quieta,
es tal, la distancia al abismo,
que hasta los pájaros bostezan en el nido.
Aparente remanso de paz cuando llega la lluvia,
feroz tragicomedia cuando el trueno pía,
inquietud por alcanzar la caída libre
deja la soga mustia.
Paso veloz, de las velas abarrigadas,
el óculo cegado del camarote sueña,
no tiene miedo al infinito,
desvaría al timón su destino.
Y la nave revienta contra la roca,
astillas que copulan con el salitre,
por fin la ola es su amante,
deja a la espalda reguero de sangre dulce,
azulada
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